miércoles, 22 de octubre de 2008

Falta respeto al ciudadano y de liderazgo responsable: Habla vas?

No es novedad decir que en el nadie respeta a los ciudadanos aún entre nosotros mismos no nos respetamos. El que tiene un auto pisa el acelerador y toca el claxon al ver a un transeúnte cruza la pista por una zona prohibida o no. No nos respetamos los unos a los otros en el limeño todos queremos llegar primero pasando por encima de los otros. Sin embargo esto que es tan cotidiano para todos pocas veces pensamos en quienes son los responsables de tanto desorden, da la falta de previsión, de la falta de educación, en resumen de la falta de dirección y liderazgo de los alcaldes y autoridades de turno.

Las autoridades piensan que son más importantes un grupo de autoridades extranjeras en visita por a la cumbre que nosotros los millones de ciudadanos que vivimos en Lima. Nosotros si debimos soportar largas horas de tráfico en las semidestruidas avenidas por falta de mantenimiento. Debemos soportar además más horas en las destruidas avenidas para que unos invitados extranjeros puedan transitar libremente y por pocos días de pistas nuevas e impecables. Queremos quedar bien con el extranjero que se lleve una “buena” impresión de nosotros pero para ello ocultamos la realidad de la ciudad de Lima. En esta ciudad quienes la dirigen no consideran a sus ciudadanos dignos de tener una buena infraestructura urbana para el transporte público, así ha sido uno tras otro alcalde. Algunos dirán que es mezquino decir esto pues las pistas quedarán para nosotros por muchos años, pero valgan verdades la razón de ser de estas obras no hemos sido nosotros los ciudadanos sino un grupo de visitantes ilustres en busca de negocios ya lo dice su logo “Plan APEC 2008”.

Sería importante también conocer quienes son las empresas que han sido las ganadoras de las obras de rehabilitación del programa APEC y porque montos han sido contratados. Como parte de la transparencia de información dichos datos deberían estar publicados en la página web de EMAPE, pero extrañamente el sitio web de transparencia de información nos muestra un aviso de “En proceso de actualización” se nos falta el respeto de una manera abierta.

Los alcaldes siempre han relegado el tema del público a un segundo plano. Los alcaldes han sucumbido a la tentación de buscar aprobación dándoles a los ciudadanos mucha diversión. Construyen piletas con nombres anodinos como “La fuente de la abundancia”, “La de la Ilusión”, “El río de los deseos” sobre un es espacio público con restricciones (hay que pagar 4 soles) en un lugar histórico que buscaba guardar en la memoria de la nación un homenaje a los reservistas de la guerra del pacífico un espacio de construcción de una identidad colectiva . El ejemplo de esta extraña forma de “pensar” de los alcaldes se da a escala provincial en Lima, pero todos somos testigos de la cantidad de espacios como este construidos en cada distrito de todo el Perú, todos cuando han podido han preferido construir una plaza con un monumento cada uno más raro que el otro, que dar prioridad a la infraestructura urbana de transporte.

Pero los alcaldes no son los únicos que no nos respetan, ahí vemos a los ministros, congresistas y otros representantes políticos recorrer la ciudad en sus 4x4 con guardaespaldas como si fueran los únicos dueños de las pistas y avenidas. Ellos paran con las motos de los propios policías el tráfico y se saltan luces rojas y otras normas de tránsito. Mientras tanto nosotros atascados que hemos esperado casi media hora para cruzar y por esa causa ahora debemos esperar un poco más hasta que el dueño de las pistas pase sin esperar como cualquier ciudadano como nosotros.

El informe de la defensoría del pueblo sobre la calidad del aire presentado los últimos días nos advierte de la contaminación del aire y solicita la implementación del Plan Maestro de Transporte Urbano que fue un estudio realizado hace unos años atrás y que no ha sido puesto en ejecución. Nuevamente a los alcaldes y autoridades del gobierno no les importa que respiremos un aire que produce cáncer y problemas respiratorios. No les importa que los principales afectados por la respiración de este tipo de aire sean los trabajadores ambulantes que venden en las avenidas y los propios policías de tránsito. En resumen a los alcaldes y autoridades en el tema de transporte no les importa la propia vida de los ciudadanos. El informe de la defensoría aboga por que todos los ciudadanos tenemos derecho a la vida, a la salud y a un ambiente sano y equilibrado y recomienda realizar diversas acciones a las autoridades responsables de este problema esperamos que sean implementadas.

Prefieren la improvisación y la ganancia de votos apelando a nuestras emociones, pareciera que nuestro actual alcalde de Lima estuviera en continua campaña a la presidencia pues sólo da la cara cuando hay que inaugurar una obra y sale para los medios en esas ocasiones, pero cuando se le requiere para dar explicaciones a los ciudadanos sobre temas cuestionados a su gestión prefiere no dar la cara y nuevamente faltar el respeto a los ciudadanos que buscan una explicación de parte de quien la ciudad.

Sin respeto al ciudadano, no hay forma de que un alcalde o autoridad pueda generar un proyecto de una ciudad o de un país que nazca desde los propios ciudadanos, siempre se sentirán iluminados que saben que es lo mejor que hay que hacer para nosotros. Se debe concebir y acordar un proyecto de ciudad de forma planificada y no caótica para que los ciudadanos de las ciudades podamos tener un transporte digno y un ambiente sano. Requerimos para ello una élite respetuosa de la ciudadanía y que ejerza un liderazgo responsable para el bien común.

miércoles, 15 de octubre de 2008

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?: El Caso del Transporte Urbano en el Ayer y Hoy

Cuando se trata de opinar sobre política, resulta natural que muchos de nosotros comparemos nuestra precaria situación actual con la bonanza económica de tiempos pasados. Esta simple comparación adquiere una mayor relevancia cuando se hace parte de un específico discurso político: A menudo, el “antes” se identifica con el Estado interventor, con el régimen económico de la Constitución del 79, con el orden, con la igualdad. Por otro lado, el “después” se identifica con el presente, con el neoliberalismo de la Constitución del 93, con la pobreza y desigualdad.

Sin embargo, la extrema simpleza de este discurso nos aleja muchas veces, en mi opinión, del verdadero problema. El ejemplo de un problema actual como el Transporte Urbano puede ayudar a clarificar mejor esta afirmación. Así, el presente se identifica con el caos: contaminación, informalidad, accidentes, caos vehicular, correteos, coimas, embotellamientos, malestar ciudadano, alza de tarifas, etc. Nada se compara con el transporte público del pasado, con el paraíso de los Icaros, del orden, del Estado interventor ¿Es que acaso, cuando hablamos del transporte público, cualquier tiempo pasado fue mejor?

Esta añoranza por el pasado tiene una gran implicancia política, en especial cuando se demanda la vuelta por un régimen económico en el que el Estado es el principal protagonista. El cuestionamiento, pues, ataca frontalmente el principio de subsidiariedad. Este principio enseña que el Estado sólo debe intervenir “en defecto de” la inversión privada y cuando exista un “interés nacional” (Art. 60º de la Const.) Este principio se enmarca dentro de una Economía social de mercado, concepto que ha sido definido por el Tribunal Constitucional como “una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo” (STC Nº 008-2003-AI/TC; F.J. 16).

Pero ¿es realmente el modelo económico el problema o lo es más bien la negligencia de aquellas autoridades políticas que deberían hacerlo funcionar? A mi juicio, resulta imprudente satanizar el modelo imperante. Las razones son objetivas, en especial en el caso del urbano: 1. hay más puestos de trabajo (choferes, cobradores, dateros, verificadores de boletos, arrendadores de tarjeteros); 2. Gracias a la diversidad de rutas muchas personas que viven en zonas marginales tienen acceso a la ciudad; 3. una empresa estatal que pretenda cubrir la demanda actual de transporte urbano no se daría abasto para satisfacerla.

¿Es que acaso pretendo defender aquí -para el desagrado de algunos- el modelo económico del status quo? No, no es mi intención generar aquí un debate entre la mejor o peor ideología. Tampoco sé si los magistrados del TC sean o no unos caviares, eso no me interesa en lo absoluto. Lo que me interesa es hacer ver cómo, frente a los problemas sociales y políticos que nos aquejan, la discusión se politiza radicalmente, se convierte en una excusa para tumbarse al sistema imperante (léase democracia o economía social de mercado), alejándose, de esa manera, del verdadero problema: la existencia de una reposada clase política que no sabe cómo convertir en realidad los ideales plasmados en la Constitución (la misma que sostiene, en su artículo 1º, que la defensa de la persona humana y de su dignidad, son los fines supremos de la sociedad y el Estado).

No quiero que se me malentienda. Cuando hablo de una reposada clase política no aludo directamente al actual partido de gobierno (mas bien a éste debemos agradecer por haber embellecido un tramo de la ciudad con esos preciosos murales pintados sobre viejas estructuras de cemento y fierro), pues el problema del transporte urbano (así como muchos otros problemas) viene surcando ya varios gobiernos, tanto a nivel presidencial como municipal. Se trata, a mi juicio, de la ausencia de voluntad , de un menosprecio hacia las opiniones de los tecnócratas, de la falta de visionarios que tomen en cuenta los problemas urbanísticos en los próximos 10 o 20 años; de un gobierno que, aplicando el principio de subsidiariedad, se ha olvidado de sus funciones de regulación, prevención, fomento, desregulación, fiscalización y sanción, lo que ha terminado por desnaturalizar dicho principio; en fin, de la ausencia de gobernantes y ciudadanos que busquen hacer realidad los ideales constitucionales, antes que pensar en destruirlos, ya sea con su negligencia o con su resentimiento.

Recientemente, un reportaje ha revelado todo un sistema de corrupción dentro del propio Ministerio, en el que algunos funcionarios públicos cobraban dinero a cambio de borrar los antecedentes de aquellos choferes de transporte público y que merecían la suspensión de la licencia. Resulta ingenuo pensar que funcionarios como éstos sólo existen en las democracias o en los regímenes comunistas.

Hecha esta breve reflexión, debemos revisar el escenario político sobriamente, sin desviar nuestra atención de lo que resulta ser la pregunta esencial: ¿cuáles son los puntos de agenda que el gobierno ha dejado de lado y debe tomar en cuenta a fin de solucionar el problema del transporte urbano?

1. Falta de planificación.- Entre algunos de los problemas relacionados con la falta de planificación tenemos: falta de coordinación entre municipalidades respecto del inicio de las obras; no se toman en cuenta datos importantes como el crecimiento de la población, los lugares que a futuro estarán destinados a albergar una mayor densidad poblacional, preveer los lugares que estarán destinados a zonas comerciales, etc.; falta de previsión respecto de la infraestructura vial (por ejemplo, se construyen avenidas para, después de algunos años, ensancharlas).

2. Priorizar la reordenación de rutas a la creación de infraestructura vial.- antes de construir nuevas vías es necesario crear en la ciudad un plan de ordenamiento de transporte público que incluya una nueva licitación de rutas .

3. Un mercado saturado: efectos devastadores de la competencia.- “El transporte como lo conocemos ahora obedece principalmente a la lógica de la competencia en un contexto en donde la demanda por el servicio se ve rebalsada por la oferta de unidades. En una ciudad empobrecida como la nuestra el transporte atraviesa ahora un proceso acelerado de precarización tanto en el servicio como en las condiciones de trabajo. El nuevo modelo lleva a los transportistas a prolongar la jornada de trabajo y recrudecer la competencia, aunque ésta sea al margen de las reglas de tránsito, para mantener un nivel de ganancia que ya desde antes se va estrechando. De ahí que para el usuario o el observador externo (y no sin falta de razón) las conductas desviadas o anómicas, el incumplimiento de las reglas, las conductas agresivas y temerarias al volante y el maltrato hacia los pasajeros sean los rasgos principales que definen al estereotipo del transportista.(…) Las iniciativas del Estado por asegurar ciertos estándares al servicio por lo general afectan la dañada economía de los transportistas y se presentan como una amenaza para sus ya limitados márgenes de ingresos por lo que las mismas no resultan prácticas o no tienen correlato con la realidad” . ¿Qué hacer en un contexto como el descrito? Pues, tratándose de un mercado saturado, es imprescindible poner altas vallas de acceso al mercado, por lo menos en aquellas rutas saturadas, a fin de asegurar que no ingresen más competidores.

4. Coordinación con otras municipalidades.- El hecho de que la Municipalidad de tenga jurisdicción sobre las vías principales y cada municipalidad distrital sobre las secundarias complica la planificación y operación del tránsito . Se requiere, por tanto, un trabajo coordinado.

martes, 7 de octubre de 2008

¿Y DONDE QUEDAN LOS CIUDADANOS?

Cuando no tenía carro propio me consideraba como un ciudadano peatón, esto es una persona que utilizaba el servicio público de transporte para trasladarme dentro de la ciudad de Lima. Siempre considere que había cuanto menos dos males que un buen alcalde citadino tenía que combatir:
1. La falta de un modelo razonable de servicio de transporte público que incluyera un gran sistema con cuatro o cinco líneas troncalizadas (de buses o de trenes o de metros) y otras líneas alimentadoras. Evidentemente, ese sistema debería incluir un servicio de primer nivel, con conductores serios, educados y pulcros, y espacios en el vehículo con comodidad y espaciosos.
En ese marco, el servicio de “taxi” se volvería subsidiario, esto es lo usarían los que pese a la eficacia del sistema, requerían (o querían) hacer uso de un servicio más exclusivo, evidentemente a un mayor precio y con mejor calidad, lo que a su vez redundaría en la profesionalización del taxista.
2. La falta de una cultura de respeto al peatón por parte de los conductores de vehículos, que supondría un respeto absoluto a las reglas de transito, un uso eficiente de la regla de “paraderos” y, sobretodo, una preferencia al tránsito de peatones en las esquinas de las vías, lo que supondría incluso detener el vehículo para que el transeúnte pase.
Creo que, como ocurre en otros campos, solucionar estos problemas (que es una tarea coordinada con otras áreas del Estado como el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, y el Ministerio de Educación) originarían una revolución sustancial del modo de vivir en la ciudad de Lima, desincentivaría el uso del vehículo propio, de modo que la polución disminuiría, la gente haría más ejercicio al caminar y, especialmente, los trabajadores no llegaríamos tarde a las actividades programadas y, zas, de paso solucionaríamos el problema de la “hora peruana” que tantos problemas produce.
Ahora, capaz por eso, a mis 13 años, acompañe ilusionado la creación del Tren Eléctrico, promesa absolutamente incumplida por Alan García y Jorge Del Castillo, y me pareció miope la opinión de quienes se oponían a su realización por razones meramente de conveniencia política. A su vez, apoyé la actuación de Ricardo Belmont en completar la pavimentación de la Av. Universitaria hasta el propio Carabayllo y desarrollar el Trébol de de Monterrico, y también aplaudí la decisión de Alberto Andrade de completar el circuito de vía rápida de la Av. Javier Prado. Por supuesto que me pareció excelente la decisión del Alcalde Castañeda de desarrollar la idea de una reorganización del modelo de transporte público de la ciudad, lo que sin duda sabía que exigiría un “sacrificio” importante por parte de todos los ciudadanos que vivimos en Lima.
Como entenderán, por la misma razón critique ácidamente la decisión de Fujimori –que ya era Dictador- de liberalizar el transporte urbano, sin planificar las consecuencias futuras de tal decisión. Esto es, capaz fue buena la liberalización en aquel momento, pero era claro que el modelo no duraría mucho y por ende había que poner un punto de quiebre a tal decisión liberalizadora.
No hace mucho, cuando me hice un ciudadano “motorizado”, esto es con vehículo propio, empecé a ver el otro lado de la moneda, esto es empecé a sentir en carne propia las peripecias y problemas de tener un carro. Lo primero que hay que comentar es que desde esta posición, el ciudadano peatón no es sino un rival en la captura del “tiempo humano” y, en muchos casos, un sujeto irresponsable, que no mide el riesgo al cruzar las pistas sin percatarse de si el semáforo se lo permite, de si hay grass o plantas sembradas en los cerdineles, o de si se trata de una vía rápida en la que no puede cruzar sino por puentes peatonales o espacios especialmente acondicionados. También vi en el “de a pié” a un enemigo de la civilidad, que cuando puede arroja desperdicios, escupe contra las lunas de los carros, agrede o golpea o raya el carro, e incluso asalta.
En segundo lugar, para un ciudadano motorizado, el transito es desesperante, no solo por la disfuncionalidad de algunos conductores (especialmente los de las camionetas que sienten que pueden actuar con impunidad) sino por la actitud inescrupulosa de conductores de taxis, combis, custer y demás vehículos que creen que tienen todas las licencias para hacer exactamente lo contrario a lo que exigen las normas de tránsito.
Pero lo que ha ido a saturar la inconformidad es la imposibilidad de uso de las vías porque al Alcalde de la ciudad se le ocurrió necesario someterlas a reparación, todas casi juntas, sin campañas de prevención y uso de vías alternas, y sin instrumentos de control del tráfico frente a cada corte de vía. Los últimos meses han sido de profundo deterioro del transporte local, con problemas consecuentes de perdida de horas hombres y recursos escasos, que originan mayores costos justamente a los peatones y a los propietarios de los medios de transporte mencionados.
Según lo que vengo diciendo, la constante que origina la profunda inconformidad de todos los ciudadanos es la falta de planificación del desarrollo de la vida de la ciudad, esto es de cómo hemos de desarrollar sistemas de transporte eficiente y cómo debemos mantener y superar nuestra actual situación de infraestructura “caminera”. Hemos tenido décadas de descuido en las políticas públicas sobre estos aspectos y no tenemos hoy una ruta clara de la adecuación a una nueva manera de afrontar el problema y se ha decidido hacerlo de la peor forma profunda, esto es de sopetón, sin planificación y a costa de todo y todos.
Así, los ciudadanos peatones y los ciudadanos motorizados hemos sufrido el desastre de las políticas municipales y nacionales al respecto, sin saber que hacer, como pelear, o en el peor caso, aceptarlas con la resignación que solo los peruanos tenemos cuando desde el ámbito público agreden nuestra condición de ciudadanía.
Esta claro que a este alcalde, como a los anteriores, poco le importaron los ciudadanos, sus vidas y sus proyectos individuales, o importándoles no tuvieron la capacidad de comandar un proceso de transformación que se haga sobre la base del respeto (y no del uso político) de los ciudadanos. Toda la actividad de construcción del Alcalde Castañeda no ha tomado en cuenta los derechos ciudadanos, seguramente en la espera de que culminada la obra hemos de perdonarle todos los exabruptos actuales.
En realidad, a las autoridades locales les ha faltado saber que una ciudad no es una explana de cemento con individuos, que hay que gestionar eficientemente, sino que una ciudad es el espacio de realización cotidiano de la vida, esperanzas y utopías de personas de carne y hueso; y que por tanto en entorno de lo público debe cultivarse, desarrollarse y organizarse de modo tal que devuelva al ciudadano a la ciudad y lo haga vivir las experiencias extraordinarias del cotidiano (que incluye la cultura, el deporte, la recreación, entre otros).
Con ello, no me queda sino apoyar la inteligente idea de este blog: SE NECESITA UN ALCALDE, añadiendo solamente, para que recupere Lima para la cotidianeidad de vida de los limeños….