Hace unos días la Defensoría del Pueblo presentó el Informe Defensorial N° 137 “El Transporte Urbano en Lima Metropolitana: Un desafío en defensa de la vida” en el que cuestionó la gestión de nuestro actual burgomaestre.
Me he tomado la molestia de leer las 190 páginas del referido informe, y saben una cosa, lo suscribiría íntegramente. Lastimosamente, en lugar de un “mea culpa”, nuestras autoridades ediles han cuestionado el citado informe aunque sin esgrimir argumento alguno que sustente sus afirmaciones, es más, incluso se han tomado la molestia de adjetivarlo, como lo hacen respecto de quienes critican su gestión.
Tal como fluye del mencionado informe, queda claro que poco o nada se ha hecho por revertir una situación que percibimos todos los habitantes de la ciudad, nuestro transporte urbano es un caos. Por ello, es necesario que nuestras autoridades, en sus diferentes niveles de gobierno, tomen cartas en el asunto a fin de dar solución a este problema, que por cierto, tiene muchas aristas.
Ahora bien, pese a que desde esta tribuna hemos sido muy críticos respecto de la gestión del Sr. Castañeda, en honor a la verdad, debemos reconocer que él no es el culpable de todos los problemas que atraviesa nuestra ciudad, evidentemente, la responsabilidad es compartida, tanto por sus predecesores como quienes ostentan otros cargos a nivel de Gobierno Nacional. Sin embargo, nos queda claro se pudo haber hecho algo mas, pues si bien en un país como el nuestro los recursos son escasos, un buen político debe optimizarlos al máximo, empero, ello no ha ocurrido. Y es que suele ocurrir que quien detenta el poder, abuse de él hasta que encuentre un límite.
Queda claro que para el Sr. Castañeda, las opiniones que no concuerdan con la suya, deben ser rechazadas liminarmente pues, a su juicio, no merecen ser escuchadas, sino que, por el contrario, solo tiene oídos para su círculo de asesores que al parecer, o viven en una burbuja, o lo desinforman, lo que seria nefasto pues, confirmaría la teoría de que en realidad, no tenemos un alcalde.
Como siempre, el sector mas perjudicados por esta situación está constituido por las clases mas pobres, pues son ellos quienes viajan en las condiciones mas precarias, especialmente en la periferia de nuestra ciudad, donde hace mas de un año se han detectado determinados “puntos negros”, es decir, focos con alta siniestralidad.
A guisa de ejemplo, y sin caer en la demagogia, es preciso recordar que días antes de la publicación del referido informe, en uno de esos denominados “puntos negros” ubicado en la Carretera Central, fallecieron un par de hermanitos de condición humilde, lo que ocasionó la ira de la población de la zona, que no solo salieron a protestar de manera pacífica sino que bloqueron la carretera e hicieron desmanes ante la mirada atónita del personal policial, que aunque duela decirlo, en el fondo se siente parte de la turba pues ellos también habitan en la zona y comparten las mismas penurias de los manifestantes.
Como era de esperarse, solo la atención prestada al conflicto por la prensa y su cobertura generaron una reacción, apresurada e irresponsable, en nuestro actual alcalde. Puso un semáforo, y como era de esperarse, salió a la prensa a declarar que la señalización de dicha carretera no es un asunto de su competencia, sino del Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Entonces, hasta ahora me pregunto, sino era un asunto de su competencia, ¿por qué puso el semáforo?
Esto demuestra, una vez más, que hace falta un liderazgo para sacar adelante la ciudad. Un liderazgo que no se limita a poner semáforos, sino en campañas de educación vial (la mayoría de las causas de los accidentes se atribuyen al ser humano, sea este chofer o peatón), o de lucha contra la contaminación ambiental. Como resulta obvio, la realización de ambas campañas no requieren una gran inversión en términos monetarios, aunque si en tiempo y esfuerzo, algo que parece que le falta a nuestro alcalde.
Por ello, desde esta tribuna no nos queda otra cosa que invocar tanto a la población como a nuestras autoridades, a que se tomen cartas en el asunto ya que esto genera una serie de externalidades negativas que las terminando pagando todos, y no necesariamente en términos estrictamente monetarios pues la vida humana, no tiene precio, razón por la cual, debemos reflexionar al respecto, y si es posible, dar un paso mas.
Somos conscientes que esto no se podrá lograr sin el concurso de todos, en especial de quienes ejercemos nuestra ciudadanía de manera plena pues la desidia de nuestras autoridades no debe amilanarnos sino que por el contrario, debe incentivarnos a nosotros, la sociedad civil, a concertar y proponer propuestas en aras de la consecución de una ciudad cada vez mejor.
Gonzalo