martes, 23 de septiembre de 2008

Y dónde está el alcalde?

Nací y crecí en Lima hace poco más de veinticinco años, desde que tengo uso de razón, el tráfico en nuestra capital siempre ha sido un problema.

Todavía recuerdo cuando regresaba del colegio con mi mamá en un vetusto bus en el que la gente viajaba atiborrada, era frecuente observar a colgar de la puerta, poniendo en riesgo su integridad física, ante la mirada indiferente de transeúntes y autoridades.

Con el advenimiento del gobierno de Fujimori -el dictador- el transporte público se liberalizó, y si bien la oferta y la demanda de transporte público, como resulta obvio, se equipararon, el caos vehicular, ante la mirada cómplice de nuestras autoridades, se apoderó de la ciudad.

Era ingenuo pensar que el mercado se regularía solo, todo se hizo de manera irresponsable, y es que como lamentablemente ha sido frecuente en nuestra historia, la mayoría de las decisiones de nuestros gobernantes han sido tomadas sin un mayor análisis sobre el impacto de las mismas en el futuro.

Es inaceptable que tanto quienes viajan en medios de transporte público como privado, tengan que padecer las consecuencias de esta situación anárquica, que incluso tiene costos inconmensurables, pues año tras año, nuestras calles se tiñen de sangre de ciudadanos sin que se haya hecho mucho por revertir tal situación.

A la ya caótica situación de indefensión a la que nos vemos expuestos, en los últimos meses nuestro actual burgomaestre, de la manera más absurda y autoritaria, ha venido ejecutando una serie de obras tendientes a embellecer nuestra ciudad, aunque no pensando en nosotros sino en los dignatarios extranjeros que nos visitan este año.

Pese a que las de la ALC-UE y la APEC, se programaron con la debida antelación, nuestro Alcalde, no ha tenido el mayor reparo en ejecutarlas de manera desordenada y en muchos casos, sin preveer rutas alternativas. Una completa falta de respeto al ciudadano.

Ahora bien, no solo se le falta el respeto al ciudadano cuando se cierran vías públicas de la manera como se vienen realizando sin que nadie asuma el costo que ello importa para cada uno de nosotros, sino cuando antidemocráticamente, se utiliza nuestro magro presupuesto estatal en obras suntuosas como “El Circuito Mágico del Agua”, en lugar de proyectos de agua potable y alcantarillado para la población de bajos recursos que viven la periferia de la ciudad, los que en buena cuenta padecen con mayor intensidad la ineptitud de nuestro actual alcalde, pues son ellos quienes, por lo general, mayores distancias recorren, y a los que el Sr.
no les da la cara, como si estuviese en permanente campaña electoral.

Esta indignante situación no hace otra cosa que invitarnos a reflexionar sobre la labor que nuestro ha venido desarrollando, y sobre su falta de liderazgo para sacar adelante a la ciudad, razón por la cual, es necesario que dé un paso al costado.

Gonzalo

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